REALIDAD INMUNDA
Jugamos con fuego porque nos creímos los dueños del fuego. La ignorancia de los días pasados marcó nuestro camino. Nuestra tragedia fue engendrada por un alma trastornada, henchida de soberbia.
La estúpida soberbia de unos seres que, conociendo nuestros abismos secretos y, teniendo miedo de nosotros mismos, no pusimos a nuestro alrededor las barreras que pudiesen protegernos de nuestra insensatez.
Corazones apasionados a cada instante atravesados por los golpes de sus verdugos, que, aunque hubiésemos podido prever tantos sufrimientos, hemos de reconocer que este sufrimiento lo presentíamos, lo llamamos, casi lo provocamos…
Nuestra nobleza nos obliga a conocer el punto preciso en que comenzamos a ser viles, el momento donde tropezamos, el sitio inesperado del mundo donde nuestra cordura se vio humillada ante esta realidad inmunda que se ríe y se mofa de nosotros.
En vano ponemos en guardia nuestras bocas y nuestros oídos. A nuestro alrededor los peligros y las amenazas flotan silenciosos, despiden un olor de muerte cargados de veneno.
Tinieblas sin aurora. Noches sin fin. La juventud acabada. Nos detenemos un segundo, jadeantes como bestias que husmean el olor del matadero.
Condenados, perdidos y desesperados, la sangre nos quema. Carbones encendidos en nuestras miradas, el corazón lleno de odios y de rencores. Aborrecemos esta vida, esta vida tan triste y tan amarga que, un día tras otro, nos toca acarrear.
Nos revolcamos en nuestra desventura.
Nos juzgamos esclavos, mordemos nuestras cadenas, arrastramos las rodillas sobre la tierra que nos sirve de lecho y nos damos de cabeza una y otra vez contra los muros vanos de las esperanzas.
Escupimos al cielo nuestra rabia, sollozamos, maldecimos y blasfemamos errantes por los caminos duros de la tierra, como una piltrafa de carne amortajada que niega su existencia.
Cada día más desesperados, nos sentimos tristes, engañados y miserables, encendidos en brutales y locas rebeldías lloramos la nostalgia de los cielos vacíos, de los sueños rotos, de las cosas muertas y que jamás ya serán reemplazadas.
Padecemos la desdicha y pena de las promesas incumplidas, de los sueños evaporados, de los amores desvanecidos, de los esfuerzos inútiles, de las fatigas estériles, y, vamos muriendo hambrientos de amor y comprensión encadenados a la miseria, con la angustia clavada en las entrañas de aquel rostro demacrado que refleja el cristal.
Leer cualquier entrada de Miquel es emocionarse , recapacitar y replantearse un montón de cosas. Gracias por parar nuestra vida de bienestar, monótona y vulgar por un rato y hacer que pensemos en lo realmente esencial.
Ayer introduje un comentario, creo que no sale por lo que vuelvo a expresar lo que expliqué. Leer cualquier entrada del blog de Miguel es sentir que la vida cotidiana y vulgar de bienestar y comodidad deja de tener sentido y te lleva a replantearte la realidad de desesperanza y remueve las ganas de hacer algo real y que de resultados. Sientes que debes implicarte para ayudar de verdad a las personas que lo están pasando mal, por el motivo que sea.