El dolor no se destierra
El dolor no se destierra. El lleva su patria en sí.
Corazones dolientes sin hogar atravesando el país del horror y la violencia.
Los espejismos de la vida les perdieron. Su insensatez mató al ángel dentro de sí, para saciar a la bestia que hurga insaciable en sus entrañas roídas.
El árido imperio de la calle donde sólo reina el mal. El triunfo del odio y los salivazos de sus verdugos. Los gritos de cólera que apagan la voz, y la amenaza que espanta callando la lengua.
La indigencia, el espectro espantoso hermano de la muerte, sepultura común de los desheredados, de los malditos leprosos de la suerte, de los heridos del contagio feroz de la miseria.
Hombres harapientos, desolado el semblante, rojas las pupilas, rotos los zapatos, desesperada el alma.
Noches terribles sin fin. Noches de rencor asesino, en que ven claro, con extraña lucidez en el fondo de su abismo el por qué de la tragedia que ha sentenciado sus vidas.
Noches tristes en las que la ausencia se acuesta con ellos, y sus almas escapan gozosas a los días gloriosos de los viejos tiempos, y se desesperan con aquel recuerdo gritando su pena a los cuatro vientos.
Y tambaleándose de dolor y de ansiedad, atravesarán los caminos oscuros de la tierra bajo una lluvia helada que les empapa el alma. Y como una bestia herida que busca su cubil, se esconderán en un lugar sin luz echados sobre el suelo sollozando.
Y sus ojos, como lagos sombríos en un paisaje helado, tendrán todo el dolor del abandono, la tristeza espantosa del olvido, y la bruma espectral de la agonía.
Y se oirán las maldiciones de los condenados al dolor eterno.
Hombres desolados sin fe y sin esperanza que en el fango se arrastran y mueren ignorados.
El dolor y el sufrimiento que expresa Miguel en cada una de las entradas de este blog es imposible que nos deje indiferentes. La vorágine de nuestras vidas hace que nos olvidemos enseguida de testimonios tan terribles como los que vivió en primera persona durante quince largos años. Ojalá sus palabras nos sirvan de memoria a todos y seamos capaces de ser un poco mejores cada día.
El dolor y sufrimiento que pone en palabras Miguel en cada una de las entradas de este blog es tan terrible que es imposible que nos deje indiferentes.
Luego la vorágine de la vida hace que nos olvidemos enseguida.
Ojalá la terrible experiencia que él mismo vivió en primera persona, durante quince largos años nos haga reaccionar.
El dolor y el sufrimiento que Miguel pone en palabras en cada una de las entradas de este blog no nos puede dejar indiferentes.
La vorágine de la vida hace que nos olvidemos enseguida de la terrible experiencia que él vivió en primera persona durante quince largos años.
Ojalá su testimonio nos haga reaccionar.