Exiliado en mí mismo
Cada verano nace con su abrazo de hielo.
La extraviada memoria de aquellos días donde habitaba el milagro de un tiempo donde la ilusión permanecía intacta, ignorando el futuro de belleza ya muerta.
Cuando mataron mis sueños y mis quimeras mi mundo se desvaneció.
Desprecié lo que pudiera ocurrirme y me lancé a esa vida errante y peligrosa como para vengarme de la fatalidad que tan cruelmente me trató.
Privado de las copas que endulzan los gritos de placer que acuchillan el viento, igual me dio beber el vino envenenado que corrompe los seres, silencia los lamentos y asesina el recuerdo desahuciando los sueños.
Había estado viviendo en el paraíso y cuando lo perdí no pude soportar la vulgar tierra de la humanidad vulgar y me arrojé de cabeza al infierno.
Exiliado en mí mismo, en esta realidad no hay piedad ni hay ensueños. No hay amor ni esperanza. El vaho de las tinieblas me asfixia al respirar y queman las entrañas las llamas de este horror.
No sé lo que es la muerte. Pero sé que en estos años sufro las agonías de muchas otras muertes.
Porque mi cordura es mi mayor maldición en esta vida donde parecen haberse aliado todos los horrores. Y el conservar mis facultades, no hace sino incrementar mi dolor.
Náufrago en el mar de un tiempo para siempre perdido, cansado de esta vida que mi alma desespera, huyo por entre sombras de un mundo en pie de guerra.
Pedazo de poeta estas hecho
Adversos cuando nos vemos
Besos
Muchas gracias Miguel, por mantener el faro encendido señalando donde tenemos el puerto