Hay que matar a los pobres

Hay que matar a los pobres W

Hombres pobres enlutados por su vida. Desechos humanos de una sociedad deshumanizada.

Almas temblorosas. Dolientes y abatidos, por calles, plazas y refugios clandestinos se dan cita los lisiados de la vida.

Facciones devastadas. Ojos húmedos y empañados. En sus miradas sin luz palpitan todavía los últimos fulgores de una tempestad donde naufragaron sus vidas.

Arrugas como cuchilladas en sus rostros desgarrados. Huellas del amor engañado, de la admiración incomprendida, de los esfuerzos sin recompensa, de los proyectos fracasados, de los deseos frustrados…

Supervivientes sin amigos, sin afectos, sin familia, sin hijos, sin esperanza, degradados por la miseria y por la indiferencia pública.

Días y días de miseria y de aflicción que el Destino deja caer sobre ellos. Trescientos sesenta y cinco veces al año… Quizá durante muchos años.

Cierto es que hay mucha miseria.

Pero no solamente la miseria que engendra la pobreza, sino la gran miseria, la que viene de la esterilidad de las almas y de la dureza de los corazones.

Los orgullosos, que creen que con el dinero todo se consigue. Que fingen saborear indolentes la vida. Todo lo que ofrece la vida. Que desprecian todo lo que no sea rico, venturoso. Todo lo que no respire e inspire despreocupación y gozo por la dicha de vivir. Porque tienen también parte de culpa de la desgracia de los más menesterosos, y porque piensan que eso a ellos nunca les va pasar.

Otros que odian creyendo que la vida les ha colocado en una posición de superioridad, y quieren vengar sus antiguos rencores con toda la saña de hombres ruines, coléricos y cobardes. Y se consagran a estigmatizar, a ultrajar y a vejar a los más desamparados, acusándoles, por si fuera poco, de ser ellos mismos los culpables de su propia desgracia.

Y los más exaltados que, se sienten irresistiblemente asqueados hacia todo lo débil, lo arruinado, lo indefenso, lo huérfano.

Los sin techo.

Víctimas propiciatorias de tipos miserables y siniestros. Fanáticos, maniacos, violentos y cobardes que se recrean contando sus fechorías manifestando su crueldad para disimular su estulticia.

¡Malditos mil veces malditos!

Porque los seres malvados no tenéis entrañas ni entendimiento. Malditos por vuestro ensañamiento contra los más débiles. Malditos por vuestro acoso y por vuestras cobardes agresiones contra los más desamparados. Malditos por vuestras intenciones mortales y asesinas. Malditos, mil veces malditos porque venís a sembrar el terror y la tribulación por las calles de la Muerte.

 

~ por miquelfuster en diciembre 13, 2019.

3 respuestas to “Hay que matar a los pobres”

  1. Me gusta que sigas en la brecha Miguel, defendiendo siempre a los desamparados, a los más débiles, Un fuerte abrazo

  2. Había comentado últimamente las emocionantes entradas de Miguel, y no me dejaba publicar. Hoy me he dado cuenta que ponía mal la contraseña. Nunca es tarde para comentar, que leer sus palabras es una lección increíble para plantearse muchas cosas.

  3. Relato intenso como el filo afilado de la navaja. Sobrecogedor. Sin palabras.

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