El horror nuestro de cada día
Yo no quiero morir.
…siento miedo. Siento horror. Después un grito apagado, exánime. Un ruido seco…
Unos pasos presurosos que se acercan…Luego silencio frio. Imponente. Sin mirar atrás huyo despavorido por los pasillos del miedo.
Espantado, agotado de mortal cansancio, sigilosamente vigilo mi silencio. La noche es una boca abominable donde el horror me espera.
Allá, en las alturas, soledad y miedo. Aquí, en los abismos, soledad y miedo. Los años, los días, la lluvia, la nieve… la vida. Llanto de amaneceres, soledad y miedo.
Seres distantes, sin roce, como el amor marchito. Te miran y no sienten tu dolor. Te ven y no sienten tu infortunio. Se apartan de la cruel soledad del pozo hundido.
Peleándome con los ecos del alma, temblando a medianoche en la soledad del bosque. Reino del dolor. Terror de náufrago. Vida de pesadilla. Cuerpo convertido en piedra.
Solo, vestido con harapos de olvido y de rocío. De pie, vacilante en la tarima del dolor, receloso animal quemado en el hielo del silencio, con los ojos de fiebre. Pago a precio de sangre mi sórdida existencia. La soledad de la maltrecha ramera arrinconada.
Pago en la oscuridad. Pordiosero de la sinrazón. Nadie oye mis pasos, yo tampoco. De zozobra en zozobra, al acecho el horror de las calles. Siempre alerta. Brilla la luna. Aterido y pálido de muerte.
Despertar maniatado. Terror de sangre y lágrimas. Infame condena del alcohólico desquiciado en las sórdidas camas de todos los hospitales.
Inyecciones de alcohol. El alma amordazada. Cuerpo paralizado. Cicatriz en la frente. La mano colgando hacia la muerte.
Enfermeras deformes “El horror”, grito al verla, “El horror”, como si estuviera muerto enterrado y podrido…. Pero pasa junto a mi sin desatarme.
Yo conozco el infierno. Estoy tarado de terror y de locura. Al nacer me grabaron un estigma en la frente porque soy de la estirpe maldita. Me siento abyecto y despreciable. Y mi pasión cargo como una culpa.
Voy por caminos soñados del ayer. Me embriago de vino y de añoranza. Los años que murieron ya jamás volverán. Llega a mí su voz echando los cerrojos de sombras moribundas. Y sin sosiego mi sangre, y sin paz mi corazón, me adentro en las cenizas quemadas del olvido.
A llorar solo.
La majoria de gent no vol entendre la duresa d’estar al carrer. Encara tenen la gosadia i la crueltat de dir que si hi són és perquè volen. No entenen que han baixat a un infern del que la majoria de vegades no hi ha retorn i menys sense l’ajuda dels altres..
La majoria de gent no vol entendre la duresa d’estar al carrer. Encara tenen la gosadia i la crueltat de dir que si hi són és perquè volen. No entenen que han baixat a un infern del que la majoria de vegades no hi ha retorn i menys sense l’ajuda dels altres..
Un relat molt ben escrit. No sé si la pandèmia ens unirà o ens distanciarà. Tan de bo ens ajudi a ser amables amb la gent que més ho necessita.
El alma encogida. Cuanto dolor y sufrimiento. Pero no sólo existe una vida, se pueden vivir muchas vidas en la misma, afortunadamente.
Esfereïdor.