La llave maestra

•febrero 20, 2017 • 2 comentarios

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«Esta bien. Yo me lo he buscado.

Todo queda lejos. Han sido cortados los puentes detrás de mi.

Imposible quemar ese pasado como se queman las viejas cartas.

Y vivir. Con lo que tengo. Nada me indicó que iba a jugarse mi destino…»

Almas oxidadas llenas de polvo, trapos chamuscados por el fuego, baratijas de feria, dolorosas viejas fotos.

Alguien escondió la llave de nuestras vidas y quedó luego olvidada para siempre. Se apagó el fuego de nuestro corazón ¿Que silencio hay comparable al que nos envuelve? ¿Que soledad como esta?

La campana que vibra es la de antes. Pero ya no resuena para nosotros.

Lo que un día creció y dió su fruto se marchitó luego y no existará jamás.

Nuestros sueños y nuestras ilusiones huyeron para siempre de nuestra alma herida como palomas sorprendidas en mitad de la tormenta.

Pero un día, un pájaro nacerá donde caímos y al elevarse esparcirá la ceniza de nuestros ojos al viento. Y con sus alas ahuyentará la pesadumbre de nuestro corazón.

Y tal vez mañana nuestros pies amanezcan teñidos con el color de la aurora porque andan en el camino por donde viene el día.

Y ayudemos a encontrar la llave maestra que haga brotar la luz en las almas torturadas de los hombres que habitan sin esperanza y sin rumbo en las calles de la amargura, de la tristeza, de la injusticia y la muerte.

*El dibujo de esta llave forma parte de la exposición #nadiesinllave organizada por Arrels Fundació en el Colegio de Arquitectos de Cataluña (Plaza Nova, 5) y que quiere hacer visible la realidad de las personas sin hogar en Barcelona. Podéis leer más en esta notícia. ¡Estáis invitados!

 

El dolor no se destierra

•diciembre 16, 2016 • 3 comentarios

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El dolor no se destierra. El lleva su patria en sí.

Corazones dolientes sin hogar atravesando el país del horror y la violencia.

Los espejismos de la vida les perdieron. Su insensatez mató al ángel dentro de sí, para saciar a la bestia que hurga insaciable en sus entrañas roídas.

El árido imperio de la calle donde sólo reina el mal. El triunfo del odio y los salivazos de sus verdugos. Los gritos de cólera que apagan la voz, y la amenaza que espanta callando la lengua.

La indigencia, el espectro espantoso hermano de la muerte, sepultura común de los desheredados, de los malditos leprosos de la suerte, de los heridos del contagio feroz de la miseria.

Hombres harapientos, desolado el semblante, rojas las pupilas, rotos los zapatos, desesperada el alma.

Noches terribles sin fin. Noches de rencor asesino, en que ven claro, con extraña lucidez en el fondo de su abismo el por qué de la tragedia que ha sentenciado sus vidas.

Noches tristes en las que la ausencia se acuesta con ellos, y sus almas escapan gozosas a los días gloriosos de los viejos tiempos, y se desesperan con aquel recuerdo gritando su pena a los cuatro vientos.

Y tambaleándose de dolor y de ansiedad, atravesarán los caminos oscuros de la tierra bajo una lluvia helada que les empapa el alma. Y como una bestia herida que busca su cubil, se esconderán en un lugar sin luz echados sobre el suelo sollozando.

Y sus ojos, como lagos sombríos en un paisaje helado, tendrán todo el dolor del abandono, la tristeza espantosa del olvido, y la bruma espectral de la agonía.

Y se oirán las maldiciones de los condenados al dolor eterno.

Hombres desolados sin fe y sin esperanza que en el fango se arrastran y mueren ignorados.

 

Los años muertos

•octubre 20, 2016 • Deja un comentario

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Se desangran los días dichosos, entre las tinieblas se extiende su aullido, y sobre mi rostro mis dedos crispados de espanto, son tétricos garfios bañados de llanto, mientras que mi cuerpo ceñido al dolor no olvida y pregunta.

Se desangran pintando de luto los labios del tiempo asesino los días felices, todos los anhelos, la risa, los cantos, la pasión salvaje blandiendo las garras, las bocas abiertas, las lenguas cortantes.

Se desangran los días gloriosos queriendo ocultar las llagas resecas de este hoy quejumbroso que hiela de angustia, y estallan los sueños de los viejos tiempos, ceniza esculpida en la niebla de un blanco celeste bordado de plata, teñido de sangre por los años muertos.

«Otra forma de pensar, otra forma de escribir»

•septiembre 29, 2016 • Deja un comentario

Miquel Fuster participará en el XI encuentro de escritores/as «otra forma de pensar, otra forma de escribir» el próximo sábado 1 de octubre.

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Más información en el Blog del foro social Segovia

Hace 13 años

•agosto 26, 2016 • 1 comentario

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He pasado 15 años de mi vida en la calle.

Inquilino de las calles tristes, donde los hombres languidecen privados del sol de la vida y tienen por lecho las duras losas del suelo o la humedad de la tierra.

Pero no tienen ni una cueva donde refugiarse.

Cierto es que hay mucha miseria. No solamente la miseria que viene de la imposibilidad de poder vivir dignamente, sino la gran miseria, la que viene de la esterilidad de las almas y la dureza de los corazones.

Demasiado dolor hay en la calle. No habrá sitio en la tierra donde apilar o enterrar tantos escombros humanos.

Yo era uno de ellos.

Hoy hace 13 años que los voluntarios de la Fundació Arrels me rescataron de entre los muertos que mató el frío social. Los sin pan, los sin hogar, los sin un afecto y sin rumbo.

No puedo dejar de mirar atrás, y, me detengo emocionado ante estas personas que luchan para que intentes desde tu aflicción volver de nuevo a la vida.

La mayor obra de beneficencia es salvar la vida de los demás; ellos quisieran dar a todos los hombres asilo, el derecho a reconducir sus vidas y forma de conseguirlo.

Así andan, de corazón a corazón, dando su trabajo y su bondad, en obra humilde, realizada con amor, en la buena palabra de la verdad y en la buena caridad de la justicia en el mundo.

Su tarea es hacer el bien. Ir adelante hasta llegar a nuestros corazones.

Defender a los que no pueden defenderse.

Decir a la sociedad las verdades que claman al cielo por evidentes.

Y depositan la humilde ofrenda de su trabajo, sin esperar nada a cambio.

Es la hora de la humildad, y les siento a mi lado por la senda de mi gratitud, borrando las huellas que dejó mi pena.

Avancemos un paso cada día.

Nada podemos perder; todo está por conquistar. Allí donde otros hombres ponen dudas, pongamos nuestro trabajo, mucha conciencia, y, sin olvidar jamás, que sin amor y justicia no hay felicidad posible.

 

Miguel Fuster

Agosto 2016.

Visita a un grupo de internos de Quatre Camins

•agosto 17, 2016 • 2 comentarios

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Para el grupo de internos del Centro Penitenciario Quatre Camins, con quienes estuvimos conversando unas horas, y con nuestra gratitud por los abrazos y lágrimas de quebranto que acompañaron los emocionados momentos en la hora de la despedida. Momentos que siempre llevaremos en nuestro corazón.

 

Como pasan los días y los años y no recibes ninguna carta, deseo que estas palabras os lleven nuestros pensamientos.

Que fácil condenar a quien no es responsable de sus actos a pudrirse en una celda. Nunca saldrá del laberinto de sus penas mientras sea estrujado y envilecido a medida que enloquece.

¿Por qué ha de castigarse al que soporta anomalías hereditarias o ha sido víctima del contagio de un ambiente de adicciones destructivas?

Unos seres a los que en vano estamos ahora pretendiendo ocultar con nuestro silencio, con nuestra indiferencia, y con nuestra falta de generosidad.

Estrujado por múltiples prejuicios, rebajado en su condición humana, el recluso resulta indefenso como un ciego.

Cada día, y todas sus vidas se marchitarán y brotará por siempre de sus ojos una enorme congoja.

Ellos miran y procuran ver con ojos que parecen grandes lágrimas de muerte que les oprimen los párpados.

Dentro, en el hogar de sus almas torturadas hay calor. Fuera el aire está helado y los barrotes de sus celdas se cubren de rocío.

No hay mayor infortunio que la falta de libertad, ni situación que exija tanta piedad, ayuda y comprensión.

Antes pues que poner tanto apremio en cobrar culpas, por que no averiguar primero si ha sido mayor el delito, o la incapacidad de sus mentes lo que les ha llevado a ser sepultados vivos y pudrirse en la prisión.

La justicia de los hombres será aquella que ayude verdaderamente para orientarse hacia el camino del bien.

Ojala que algún día, cada uno de vosotros tenga la vida en sus manos y la encarrile de la mejor manera posible.

Y amemos y compadezcamos a estos hombres que agonizan y enloquecen en la prisión, porque todos tenemos nuestra parte de culpa de la desgracia de ellos.

Pero la injusticia siempre prevalecerá. Ni la exterminarán aunque conviertan el mundo en una cárcel, ni aunque enrojezcan de vergüenza bajo sus burdas máscaras de honradez e impunidad todos los hipócritas y mal nacidos del mundo.

 

Agosto 2016

Entrevista en el programa «Hoy por hoy» de la Cadena SER

•agosto 10, 2016 • 1 comentario

Miquel Fuster ha sido entrevistado en el programa «Hoy por hoy» de la Cadena SER donde ha hablado de su último libro «15 años en la calle. Obra completa» y de su experiencia como persona sin hogar en las calles de Barcelona.

Podéis escucharle a partir del minuto 7:35 en este enlace:

http://play.cadenaser.com/widget/audio/cadenaser_hoyporhoy_20160810_110000_120000

hoy por hoy

El campeón de ajedrez

•junio 16, 2016 • 3 comentarios

El campeón de ajedrez

-Miguel, si me tomas la dama, y me da vergüenza confesarlo, es un cebo que no he podido evitar la tentación de ponerte, en 10 jugadas te daré jaque mate.
Conocí a este hombre en un bar del Barrio Gótico, donde a los indigentes todavía se nos trataba como a seres humanos. Por allí me dejaba caer alguna tarde para retrasar el momento de irme a pasar la noche en la soledad de los bosques de Les Planes, cerca de Barcelona.

En sus buenos tiempos, este hombre se había colocado a la altura de los más expertos maestros consagrados del arte del ajedrez. Viajaba de ciudad en ciudad compitiendo en los torneos más importantes del mundo y había ganado muchísimo dinero.

A mí, que nunca he pasado de ser sólo un jugador aficionado de tercer orden, me fascinaba contemplar jugar a este hombre. Tanto la precisión como la rapidez de cálculo tenía algo de desconcertante; daba la impresión de leer los movimientos en un libro impreso.

Un anochecer, después de un movimiento mío, él, que cada vez que llegaba su turno echaba solo una mirada fugaz sobre el tablero y movía rápidamente la pieza elegida, vi sorprendido que reflexionaba largo tiempo con los ojos inmóviles clavados en el tablero, de manera que apenas se podían distinguir sus pupilas bajo los pesados párpados. Con la mirada fija y ausente en el vacío, murmuraba sin cesar palabras incomprensibles, mientras gruesos lagrimones brotaban de sus ojos.

Yo estaba completamente perplejo. Su cabeza se inclinaba más y más y quedo con la vista inmóvil.

-Nunca lo entenderé…., nunca lo entenderé…., repetía una y otra vez monótonamente.

Se le veía enfermo, necesitaba compartir su desesperación, y empezó a verter a un tiempo, palabras y lágrimas ardientes.

Yo le escuchaba azorado.

Sacó dos o tres veces del bolsillo un enorme pañuelo, bastante pringoso, dándose media vuelta para simular que se sonaba la nariz, pero en realidad, enjugar nerviosamente las lágrimas que corrían por sus mejillas.

Vi que le faltaban fuerzas para desahogarse, pero, así y todo le animé a que podía confiar en mí comunicándome algún secreto o alguna intimidad, para serenar su ánimo.

Con las luces rojas de la demencia en la mirada, empezó a relatarme la tragedia de su vida.

-Como ya te he dicho alguna vez, yo viajaba mucho. Cansado ya de pernoctar en hoteles, una noche tomé el último vuelo y decidí regresar a mi casa.

Llegué pasada la media noche y entré anhelante para abrazar a mi esposa, deseoso de darle una sorpresa agradable. Atravesé la casa hasta llegar a nuestra alcoba. El lecho blanco estaba preparado para dormir, pero ella no estaba allí.

Recorrí toda la casa sin hallarla ¿Dónde podía estar? Los sirvientes dormían.

Vivía con nosotros mi hermano pequeño, casi un adolescente que hacía unos meses le había hecho venir del pueblo y le había colocado en uno de los mejores colegios de la capital.

Me dirigí al piso superior donde se hallaba la habitación de mi hermano para preguntarle si el estaba al corriente de si mi esposa habría tenido que ausentarse urgentemente por algún imprevisto que hubiese surgido.

Vi que una luz pálida se filtraba por la cerradura y los intersticios de la puerta.

Penetré en el aposento. La sorpresa, la cólera, el espanto ahogaron la voz de mi garganta.

Aterrorizado, mi hermano se replegó hacía la pared, ocultando su rostro en las almohadas. Mi esposa arrojó las piernas fuera de la cama y sentada en el borde, desnuda y altiva me miró.

“¡miserables!” rugí.

Mi hermano no alzó siquiera la cabeza esperando resignado los golpes de mi ira.

“¡miserables!” volvía a gritar avanzando en actitud amenazante sobre mi hermano.

“No” dijo mi mujer poniéndose en pie. “El no es culpable; soy yo. ¿No ves que he venido a buscarle? Castígame a mi”

Entonces mi cólera no tuvo límites.

La abofetee con furia. Ella con la rabia del despecho dejó escapar todo el veneno por los labios.

“Te odio” me dijo. “Te odio y te desprecio; ¿crees que es el primero?” Y una carcajada asesina salió de sus labios temblorosos de cólera.

Retrocedí mudo y anonadado y llevándome las manos a la cabeza pensé si aquello era una pesadilla.

Los expulsé de casa y cerré la puerta.

Todos los recuerdos de mi felicidad pasada murieron en esa hora. Cuando cerré la puerta, me sentí como si me hubiese quedado ciego de repente. Como si me faltase el aire para respirar. Como si me hubiesen arrancado el corazón para siempre.

Ya en la calle al despedirnos, sin embargo, le abandonó la dignidad trabajosamente conservada, venciéndole la emoción, y de repente empezó a sollozar. Sus manos temblaban cunado tomó mi mano y me dijo: “Miguel, gracias por escucharme. Sé que repetiré el drama de mi vida mil veces antes de morirme.”

Y se perdió en la noche.

Y entonces sentí que entorno a mi alma y a mi propio cuerpo se había creado la nada absoluta.

Porque al igual que a este hombre, mis heridas, frescas todavía, siempre me mortificarán y nunca permanecerán mudas.

Programa «La Rotonda» TV Andorra

•junio 11, 2016 • Deja un comentario

Este viernes pasado Miquel Fuster participó junto con la pintora Samantha Bosque y el director de Arrels Fundació, Feran Busquets, en el programa «La Rotonda» conducido por Rosa Alberch. Hablaron entre otras cosas del proyecto «Vidas inacabadas» (proyecto pictórico en proceso) y de la dura experiencia de Miquel.

http://www.andorradifusio.ad/Programes/rotonda/la-rotonda-10-de-juny-del-2016/la-rotonda-1a-part-sam-bosque-simplica-en-un-projecte-per-a-persones-sense-sostre?filevideo=compartirvideortva

 

Recompte per fer visibles els ‘invisibles’

•mayo 20, 2016 • Deja un comentario